Escrito por: Diego Andrés Rueda, Gerente de Proyectos, y Daniel Lozano, Coordinador de Proyecto – Región Andina
Una tierra de oportunidades
Quien camina hoy por los barrios de La Parada en Cúcuta o por los pasillos húmedos de Villa Selene en Soledad percibe algo distinto: menos resignación, más pequeños avisos de “Se vende”, puestos de venta con datáfonos recién estrenados, y vecinos que hablan de créditos más que de remesas. Hace no mucho, esos mismos lugares eran sinónimo de puertas cerradas y oportunidades negadas para quienes cruzaban la frontera con una historia a cuestas.
La iniciativa Tierra de Oportunidades, diseñada por Fundación Capital en conjunto con la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), decidió intervenir donde más duele: en la fragilidad económica que atraviesa los contextos de alta movilidad humana.
De cifras a certezas: el impacto de la iniciativa
- 7.074 personas acompañadas, casi el doble de lo proyectado al inicio, en once departamentos del país.
- 1.300 participantes en rutas de acompañamiento personalizadas, donde revisaron balances, hojas de vida y planes de ahorro para reconstruir certezas, no solo números.
- 841 productos financieros abiertos, desde cuentas de ahorro hasta billeteras electrónicas para cualquier tipo de teléfono celular.
- 55 colocaciones laborales en empleos formales, un logro modesto en volumen, pero enorme en territorios donde la informalidad supera el 70 %.
Estos resultados fueron posibles gracias a una fórmula que aplicamos con convicción: formación personalizada, redes comunitarias activas y una gestión de incidencia territorial precisa con actores públicos y privados.
Allí donde no había rutas de empleo, llegaron convenios con el Servicio Nacional de Aprendizaje SENA y las agencias públicas de empleo. Donde no existía banca formal, se acercaron fintechs dispuestas a reconocer el Permiso de Protección Temporal y operar en más de 18 municipios, incluso en zonas de difícil acceso. Todo fue tejido con la paciencia de los equipos locales y la mirada estratégica que caracteriza a Fundación Capital, que desde hace 16 años traduce inclusión financiera en políticas públicas y transformaciones sistémicas.
Más allá de los números: historias de cambios
Nadia dejó Valencia, Venezuela, con dos maletas y un curso inconcluso de belleza. Tras cuatro sesiones de acompañamiento, aprendió a separar sus finanzas personales de las del negocio, abrió su nail bar en Santa Marta, lleva el registro de ventas con la app Treinta y ahorra el 15 % de sus ganancias en una billetera digital.
Jorge llegó a Arauca con experiencia como camionero, pero sin certificados. Con acompañamiento personalizado, se inscribió en la Agencia Pública de Empleo del SENA y hoy conduce para una empresa de logística con contrato y prestaciones.
El grupo de ahorro “Manos Unidas”, en Bucaramanga, nació con 12 vecinos —ocho colombianos y cuatro venezolanos— que desconfiaban del sistema financiero. En seis meses, lograron reunir tres millones de pesos: suficiente para que dos socias compraran maquinaria de costura sin recurrir al gota a gota.
Nada de esto habría sido posible sin un trabajo silencioso pero clave: 83 convenios en medios de vida y 55 en inclusión financiera, firmados con actores locales que dan respuesta a las necesidades reales de cada territorio. Porque sabemos que, si las oportunidades no llegan al barrio, hay que salir a buscarlas en motos y motocarros, llenos de asesores y cajas de ahorro.
También comprendimos que los liderazgos comunitarios —juntas de acción comunal, comités de mujeres, pastorales— son los mejores aliados para convocar, acompañar y sostener procesos.


Resultados que inspiran
- Separar las finanzas personales y del negocio pasó de ser impensable (35 %) a convertirse en práctica común (90 %).
- El uso de billeteras digitales se incrementó del 36 % al 94,5 %, cifras inéditas en zonas con baja incidencia bancaria.
- Ocho de cada diez participantes saben hoy buscar empleos alineados a su perfil. Al inicio, solo uno de cada diez podía hacerlo.
- El hallazgo más poderoso fue intangible: la confianza en el futuro. Una encuesta de línea de salida reveló que el 99 % de las personas participantes tiene hoy metas profesionales y personales claras. Soñar volvió a ser posible.
Lecciones que se quedan
- El acompañamiento individual transforma lento, pero de forma profunda y sostenible.
- El componente comunitario es vital: sin liderazgos locales, la intervención se queda en discurso.
- La inserción laboral formal requiere persistencia y pedagogía; el autoempleo suele ser la opción inicial.
- La oferta debe adaptarse a personas en tránsito o sin escolaridad validada; de lo contrario, la integración se estanca.
Mirando hacia el futuro
El reto ahora es escalar sin perder el impulso. Tierra de Oportunidades ya inspiró pilotos de ahorro digital en Norte de Santander y la creación de una agencia pública de empleo incluyente en Santa Marta.
Con un ecosistema local fortalecido y datos que demuestran impacto, es hora de que nuevos inversores sociales y entidades públicas se sumen a esta apuesta. Una apuesta que une tecnología accesible, formación práctica y tejido comunitario.
Cuando la inversión se combina con acompañamiento cercano y alianzas territoriales, la inclusión deja de ser una agenda institucional y se convierte en historias de vida que florecen incluso en los suelos más áridos.
Nota: Los testimonios y datos proceden de informes de cierre, comités regionales y encuestas aplicadas durante 2024.
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