Escrito por: Diego Andrés Rueda, Gerente de Proyectos, y Daniel Lozano, Coordinador de Proyecto – Región Andina
Una tierra de oportunidades
Quien camina hoy por los barrios de La Parada en Cúcuta o por los pasillos húmedos de Villa Selene en Soledad percibe algo distinto: menos resignación, más pequeños avisos de “Se vende”, puestos de venta con datáfonos recién estrenados, y vecinos que hablan de créditos más que de remesas. Hace no mucho, esos mismos lugares eran sinónimo de puertas cerradas y oportunidades negadas para quienes cruzaban la frontera con una historia a cuestas.
La iniciativa Tierra de Oportunidades, diseñada por Fundación Capital en conjunto con la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), decidió intervenir donde más duele: en la fragilidad económica que atraviesa los contextos de alta movilidad humana.
De cifras a certezas: el impacto de la iniciativa
Estos resultados fueron posibles gracias a una fórmula que aplicamos con convicción: formación personalizada, redes comunitarias activas y una gestión de incidencia territorial precisa con actores públicos y privados.
Allí donde no había rutas de empleo, llegaron convenios con el Servicio Nacional de Aprendizaje SENA y las agencias públicas de empleo. Donde no existía banca formal, se acercaron fintechs dispuestas a reconocer el Permiso de Protección Temporal y operar en más de 18 municipios, incluso en zonas de difícil acceso. Todo fue tejido con la paciencia de los equipos locales y la mirada estratégica que caracteriza a Fundación Capital, que desde hace 16 años traduce inclusión financiera en políticas públicas y transformaciones sistémicas.
Más allá de los números: historias de cambios
Nadia dejó Valencia, Venezuela, con dos maletas y un curso inconcluso de belleza. Tras cuatro sesiones de acompañamiento, aprendió a separar sus finanzas personales de las del negocio, abrió su nail bar en Santa Marta, lleva el registro de ventas con la app Treinta y ahorra el 15 % de sus ganancias en una billetera digital.
Jorge llegó a Arauca con experiencia como camionero, pero sin certificados. Con acompañamiento personalizado, se inscribió en la Agencia Pública de Empleo del SENA y hoy conduce para una empresa de logística con contrato y prestaciones.
El grupo de ahorro “Manos Unidas”, en Bucaramanga, nació con 12 vecinos —ocho colombianos y cuatro venezolanos— que desconfiaban del sistema financiero. En seis meses, lograron reunir tres millones de pesos: suficiente para que dos socias compraran maquinaria de costura sin recurrir al gota a gota.
Nada de esto habría sido posible sin un trabajo silencioso pero clave: 83 convenios en medios de vida y 55 en inclusión financiera, firmados con actores locales que dan respuesta a las necesidades reales de cada territorio. Porque sabemos que, si las oportunidades no llegan al barrio, hay que salir a buscarlas en motos y motocarros, llenos de asesores y cajas de ahorro.
También comprendimos que los liderazgos comunitarios —juntas de acción comunal, comités de mujeres, pastorales— son los mejores aliados para convocar, acompañar y sostener procesos.
Resultados que inspiran
Lecciones que se quedan
Mirando hacia el futuro
El reto ahora es escalar sin perder el impulso. Tierra de Oportunidades ya inspiró pilotos de ahorro digital en Norte de Santander y la creación de una agencia pública de empleo incluyente en Santa Marta.
Con un ecosistema local fortalecido y datos que demuestran impacto, es hora de que nuevos inversores sociales y entidades públicas se sumen a esta apuesta. Una apuesta que une tecnología accesible, formación práctica y tejido comunitario.
Cuando la inversión se combina con acompañamiento cercano y alianzas territoriales, la inclusión deja de ser una agenda institucional y se convierte en historias de vida que florecen incluso en los suelos más áridos.
Nota: Los testimonios y datos proceden de informes de cierre, comités regionales y encuestas aplicadas durante 2024.
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