Dionisio, agricultor y empresario
El nombre “ARA” proviene del verbo arar, actividad esencial que realizan los productores y productoras antes del cultivo. Además, la palabra “ára” significa “día” en guaraní que nos remite a asociar la importancia vital del sol, luz, aire y tiempo durante la germinación de las semillas en el suelo.
En Paraguay, debido a diversos factores socio-ambientales, es frecuente tener picos de sobreproducción o carencias de algunas frutas y hortalizas que se ven intensificadas por el cambio climático y sus consecuencias, afectando gravemente a las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Sumado a ello, estos productos generalmente son comercializados en espacios formales e informales, sin identidad de origen ni trazabilidad, ocasionando una pérdida de su valor económico, social y cultural. Se dibuja así un escenario precario y escaso de condiciones y oportunidades de producción y comercialización de frutas y hortalizas.
En el marco del proyecto de “Desarrollo rural y agricultura sostenible en Paraguay”, con el apoyo del Ministerio de Agricultura y Ganadería de Paraguay y KOICA (Agencia Coreana de Cooperación Internacional en sus siglas en inglés), Fundación Capital impulsa ARA, una iniciativa de valorización de la agricultura familiar que busca dar visibilidad al origen de los alimentos que provienen de esta actividad y generar conciencia sobre la responsabilidad que tienen las personas en las elecciones de consumo. Al mismo tiempo, busca impulsar un espacio que permita reconocer las dificultades y oportunidades existentes para alcanzar una agricultura y alimentación sostenible en Paraguay.
Gladys y su camino a transformarse en productora frutihortícola
Gladys Vera es productora frutihortícola del Comité Kokue Poty, Asociación Curupicayty y con sus palabras comparte su transformación: Cuando empecé con la producción, me encontré con Rosalina, actual presidenta de la Asociación, quien la animó a empezar la producción frutihortícola. “Yo no me animaba porque no tenía conocimiento, ni infraestructura, apenas teníamos agua corriente.
Entonces, ese día llegué junto a mí marido, le comenté la idea y él, escéptico como yo, me dijo: “¿Cómo nosotros vamos a producir? Yo trabajo en una olería”. Yo le dije que yo atendería nuestros cultivos, y empezamos así con 300 plantas de melón. Tuvimos que pedir prestado dinero para invertir en ese primer cultivo, porque del trabajo de olería no nos sobraba nada. Nos fue muy bien en la primera cosecha, de eso pagamos el préstamo.
Desde ese entonces nos convertimos en productores. Comenzamos con melón, seguimos con frutilla, y luego ya continuamos con tomate, locote, y demás hortalizas. De la mano de la comunidad nos asociamos como comité y luego como asociación, para obtener acceso a mejores mercados para nuestros productos y mejorar notablemente nuestra calidad de vida.
Ahora, gracias al Proyecto Saemaul Undong, podemos fortalecer también nuestros canales de venta, ya que tenemos bastante experiencia como feriantes y compramos un carro feriante para tener un puesto de venta permanente, además de un vehículo para efectivizar costos de traslado de nuestros productos en el mercado; y por último, aprendí muchísimas cosas que hoy puedo implementar también en mi familia. Entré a la escuela, por decirlo de alguna manera, gracias a ustedes”.
Gladys, productora.
Maria Luisa y su pasión: las frutillas
Maria Luisa Rivas es socia de la Asociación de Productores de Frutilla de Estanzuela, Itaugua.
“La respuesta rápida al por qué soy una trabajadora del campo es: lo heredé de mis padres. Mi papá era agricultor y mi mamá estaba en la casa. En la chacra se tenía todo lo que se usaba para consumo del hogar, el choclo, maíz, zapallo, maní, para nuestra alimentación diaria. En vez de comprar los alimentos del súper cultivábamos nuestros propios alimentos. De pequeña miraba a mi papá trabajar, y cuando crecí ya empecé a ayudarle.
Empezamos a sembrar algodón (en esa época estaba en auge el cultivo del algodón), mandioca para alimentos de nuestros animales y como rubro de renta. (…) Con mi familia tenemos un minimercado, un emprendimiento para poder comercializar nuestros productos, o hacer cambios. Asimismo, estar asociados en comité nos permite tener otro canal de venta con la frutilla especialmente. El frutillar es mi pasión”.
“La agricultura es muy importante para la comunidad. Tenemos por ejemplo un grupo de señoras con diversidad de cultivos, tomate, cebolla, poroto, maíz, y entre nosotras hacemos intercambio de nuestros productos para la alimentación diaria de nuestras familias. Por ejemplo, yo doy tomate y una me da cebolla, y así”.
Dionisio y la agricultura familiar como empresa del futuro
Dionisio Martínez es el presidente de la Asociación de Comités de Productores Agropecuarios “4 de Marzo”. “Soy un productor de cuna de la agricultura familiar, aprendí a trabajar el campo desde chiquito con mi papá; cultivamos diferentes rubros en diferentes épocas. Gracias a eso, nos alimentábamos bien.
La historia de Gladys, Dionisio y María Luisa y sus familia son solo tres ejemplos de las miles de familias que representan una fuente importante de alimentos para el país y un factor fundamental para reducir el hambre y la pobreza, fomentando el desarrollo local, justo y sostenible. Desde Fundación Capital creemos que, mediante una cadena de producción y consumo responsable, que permita una distribución más equitativa del valor entre los diferentes actores de la cadena, la agricultura familiar tiene el potencial de evolucionar y alcanzar un nivel de calidad competitivo, respetando el ambiente, la biodiversidad y otorgando una vida digna a miles de familias paraguayas.
Como lo afirma María Luisa “la agricultura familiar es una cadena, yo por eso estoy haciendo con mis hijos lo mismo que mi papá hizo conmigo, involucrarlos en las tareas del campo. Si mirás bien, la agricultura familiar es la base productiva del país”.
Así mismo lograr una alimentación saludable y transformar el sistema agroalimentario están alineados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 2, 3 y 12), en donde las y los consumidores también pueden contribuir tomando decisiones acertadas, protegiendo los ambientes naturales y apoyando a las familias agricultoras.