Derribar normas sociales para lograr más equidad
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Escrito por: Blanca Aldasoro, Especialista para el diseño e implementación de DigitAllLab, Fundación Capital

Las normas sociales son reglas informales implícitas que la mayoría de las personas aceptan y siguen para mantener una mejor convivencia, incluyendo valores, tradiciones y costumbres de dicha sociedad.

El problema es que algunas de esas normas no permiten la participación de la mujer en condiciones de igualdad en la sociedad, e inclusive normalizan conductas de abuso y maltrato, en ambientes culturales dominantes. La limitada inclusión financiera de la mujer es una consecuencia de las brechas de género estructurales que limitan a las mujeres para participar, no solamente en el sistema financiero, sino en la sociedad.

En México existe una brecha de género en inclusión financiera de 8 puntos porcentuales, medida como el porcentaje de adultos que declara tener una cuenta en una institución financiera, siendo el porcentaje de mujeres de 33% versus el de hombres de 41% (Global Findex, 2018). La brecha se profundiza territorialmente entre zonas rurales y urbanas, siendo que las mujeres urbanas tienen un mayor nivel de inclusión financiera que las mujeres rurales (el 69% vs. 58%).

Roberta tiene 57 años, vive en una zona urbana de CDMX y vende productos de catálogo. Se casó a los 17 años porque necesitaba un hombre para que “la respetaran”; estuvo casada 40 años con un hombre que la maltrataba física y psicológicamente y su mamá le decía: “aguántate, Bertha, es lo que te tocó”. Como los hijos y la casa eran “su responsabilidad”, sólo podía trabajar en actividades compatibles con la crianza y las labores domésticas, así que ganaba poco dinero. Todo lo que ganaba lo destinaba a gastos del hogar, no sabía cuánto ganaba su marido, pero los activos que se fueron adquiriendo en su hogar (auto, casa, local) quedaron a nombre de él.

Ernestina Sánchez, es una mujer tzotzil, tiene 38 años, vive en Chiapas y borda y teje artesanías en su comunidad. No fue a la escuela porque su papá creía que “era una pérdida de tiempo mandar a las niñas a la escuela”, pero trabaja desde los 7 años. Las mujeres de su comunidad tienen restricciones de movilidad (no deben salir de la comunidad, al menos no solas) e interacción social (no es aceptable socialmente que hablen con hombres que no son de su familia), así que sólo puede usar los servicios financieros que llevan a ofrecer a su comunidad, y si la promoción la hace una mujer, y si esta mujer habla tzotzil porque ella no habla español. Así sólo hay una institución financiera que brinda servicios en su comunidad, y sólo microcrédito.

Roberta, Ernestina, Margarita somos todas, en mayor o menor medida. Las normas sociales limitantes se imponen en todos los estratos socioeconómicos, pero afectan más a las mujeres en situación de pobreza. Las normas sociales las imponen tanto hombres como mujeres.

Derribemos las normas sociales que limitan a las mujeres, contribuyamos a crear conciencia en la sociedad (awarness) para cambiarlas, fomentemos el pensamiento crítico en las mujeres para que se atrevan a cuestionar y desafiar las normas sociales, y promovamos que las mujeres tengan agencia para que tengan control, capacidad y confianza.

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