Otra mirada sobre Finanzas Verdes: Hacia un balance anual regenerativo para Instituciones Financieras
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Los esfuerzos creativos en Finanzas Verdes y Azules sugieren que la ética no es una asignatura anacrónica para las Instituciones Financieras (IF) y que una nueva ética puede ser portadora de nuevos modelos de negocios y mercados duraderos en un mundo en constante innovación.

Numerosas IF, empresas, accionistas e instituciones sostienen -éticamente- que no se puede seguir haciendo negocios como siempre (bussiness as usual). Plantean que los negocios no deben seguir contribuyendo a la destrucción del planeta. Que no podemos seguir asumiendo que las externalidades negativas de nuestras operaciones: consumo de combustibles fósiles, contaminación de aguas y suelos, disminución de la biodiversidad, etc, tienen costo cero. Que esos costos negativos, pero también las externalidades positivas, pueden y deben ser contabilizadas.

El reto de las empresas es de cambiar de misión, de objetivos y de construir nuevos negocios pensando en el largo plazo, concibiéndose como un organismo vivo que puede aportar a la vida (o a su destrucción) y asumiéndose parte integrante de ecosistemas económicos y bióticos complejos. Para estas IF y emprendimientos conscientes de ello los objetivos finales cuantificables concretos de las finanzas verdes o quizás mejor llamarlas finanzas regenerativas son, en lo sustancial:

i) descarbonizar; y

ii) regenerar vida: aumentar biomasa y biodiversidad.

Estos objetivos se alcanzan generando nuevos modelos de negocios que; satisfaciendo accionistas, clientes y actores de los ecosistemas, crean un entorno virtuoso de multiplicación de vida biótica, social y económica sustentable.

La principal restricción para concretar estos nuevos modelos de negocio y orientarse cambios regenerativos no es la falta de conciencia, de voluntad, de ética transformadora o de tecnologías innovadoras, es la falta de mercados que remuneren la vida y operen con sistemas de precios relativos que reconozcan las externalidades positivas y rechacen las actividades biocidas.

Los ecosistemas actuales, en los que están insertos las IF, las empresas, las y los consumidores, las entidades normativas y de controles, aún no responden a los nuevos objetivos. Mientras que los mercados -que harán rentable una acción climática proactiva — son débiles, sesgados y, en algunos casos, hasta tienen incentivos perversos.

En esta fase de transición ya hay un cierto mercado para descarbonizar (bonos, Fondos verdes, etc.) pero no hay mercados relevantes para la regeneración de vida en la llamada “economía verde y/o azul”. Un modo de favorecer el desarrollo de estos mercados son las políticas públicas, los grandes acuerdos internacionales climáticos o el cumplimiento de las normas ambientales nacionales, pero desde los emprendimientos y las IF se puede avanzar también. Una forma humilde y concreta de hacerlo es comenzar a calcular las contribuciones de cada IF, es decir hacer un balance de las contribuciones anuales a la descarbonización y a la regeneración de vida biótica de cada una.

Avances, buenas prácticas, dudas y poca sostenibilidad evidenciada.

Las multiples y rigurosas denuncias sobre “green washing” parecen sugerir que son escasos los avances relevantes en finanzas verdes. Sin restarle valor a estas evidencias, hay también buenas noticias que muestran que muchas IF han pasado de la indiferencia a acciones proactivas para construir finanzas regenerativas.

El creciente desarrollo de energías alternativas (en particular eólica y fotovoltaica) se han hecho de la mano con recursos de numerosas IF que se integran a ecosistemas de generación de energías s|postenibles y contribuyen a la descarbonización. Empresas de seguros -integrantes plenas del sistema financiero- y consorciadas con varios actores de sus ecosistemas han desarrollado respuestas innovadoras a desastres climáticos (como ejemplo se puede destacar el esquema de seguros contra huracanes del Estado Quintana Roo, México, que incluye a gobiernos, bancos, reguladores ambientales, organizaciones ambientales, hoteles, pescadores, etc).

Algunos elementos que podrían acelerar procesos y hacer la diferencia

A los mercados los crean los ecosistemas económicos, los nuevos valores éticos, las y los consumidores y reguladores operando en consorcio. Aquí las IF y sus accionistas tienen un rol significativo porque hacen regularmente análisis de cartera y balances financieros y; algunas de ellas, se orientan progresivamente hacia análisis y balances de su contribución a la acción ambiental. Hacerlo con sus clientes y con otros actores del ecosistema permitiría mirar qué tan duraderos son estos logros y cómo afectarán en el futuro los precios y rentabilidades relativas en un mundo que cambia velozmente.

La idea de un balance anual de contribución a la acción climática, inicialmente circunscrito a los aportes a la descarbonización y regeneración de vida, moviliza capacidades al interior de las IF y a sus accionistas, socios del ecosistema y organismos de control, y puede realizarse de forma simple en términos de análisis de cartera en combustibles fósiles y energías alternativas, y requiere del apoyo de socios para el objetivo de regeneración de vida (biomasa, calidad de aguas, biodiversidad).

Parece abordable consorciar a miembros del ecosistema para hacer el análisis de cumplimiento de objetivos de las finanzas regenerativas de una IF especifica y lograr inferencias sobre la durabilidad y mejoras permanentes al ecosistema.

Un balance de contribución al cambio climático de las finanzas regenerativas que acompaña a los estados financieros anuales es tal vez una herramienta modesta, pero contribuye a activar los nuevos mercados que garantizan la vida de todos los seres vivos y de las IFs responsables y creativas.

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